(Tomada de El Libro de los Esplendores de Eliphas Levi)
Salomón, el más sabio de todos los reyes de su tiempo, deseando construir un templo al Eterno, hizo reunirse en Jerusalén a todos los obreros que convenían para levantar este edificio. Hizo publicar un edicto en todo su reino que se propagó por toda la tierra: que todo el que quisiera venir a Jerusalén para trabajar en la construcción del templo sería recibido y bien recompensado, a condición de que fuese virtuoso, lleno de celo y de valor y que no estuviese sujeto a ningún vicio. Pronto Jerusalén se encontró llena de una multitud de hombres conocedores de las altas virtudes de Salomón, habiéndose asegurado un gran número de obreros, hizo tratados con todos los reyes vecinos, en particular con el rey de Tiro para poder escoger en el Monte Líbano todos los cedros y las maderas que le conviniesen, así como otros materiales. Las obras habían comenzado ya cuando Salomón se acordó de Hiram, el hombre más sabio de su... Continuar leyendo